No me encuentro, no me conozco, ni me reconozco. Esta cultura nos tiene como dentro de una gran campo de concentración alienados, adormecidos e indefensos sin poder expresar. Estos no son nuestros idiomas, pensares ni religiones; nosotros no queremos este sistema de leyes invisibles no nos pertenece ni nadie nos pregunto si lo queríamos (democracia?). solo fue impuesto a golpes lentos y palabras aduladoras que nos hacían creer que somos parte de la zona evolucionada del mundo, del llamado “occidente”, del lado luminoso de la luna, donde no existe la barbarie y la libertad es el máximo valor social.
En nuestros libros de historia, solo escrita por lo “grandes” ganadores, repletos de hombres próceres, intachables, castos o promiscuos (violadores en la historia hay por millones, solo por el afán de demostrar la temida masculinidad), lideres, símbolos de la opresión lenta y despiadada que ha caído sobre nosotros mostrándonos el camino único, “útil” y “legitimo”. Nada mas siento decepción hacia los grupos homosexuales (masculinos por cierto, la lesbo-homosexualidad tiene otro capitulo en la historia, mas arriesgado, con una propuesta que a evolucionado por décadas) que no han sabido re-crear una propuesta civilizadora distinta desde su visión particular (algo debe haber ahí, de siglos de oscurantismo, represión, exilio y tortura, de amor prohibido) amatoria distinta, sexuada y viva. No, esta sigue oculta bajo una masculinidad opresora de la que también son participes sin reconocer una auto-represión, creyéndose una excepción liberalizada dentro del patriarcado. Ahora los grupos mas organizados luchan por una “liberación” un “reconocimiento” siendo que lo que necesitamos es destruir el paradigma y el estigma social que significa ser homosexual.
El matrimonio, la adopción de hijos y la consanguinidad que busca esta “integración” sexual no es nada mas que una transformación patriarcal a las nuevas necesidades (el sistema tiene la “gracia” de mutar una y otra vez, para absorber lo revolucionario, lo drena a través de su cultura, para que no resulte tan virulento) una nueva expansión de sus canones morales superficiales (que hombres y mujeres homosexuales en el mundo se casen y tengan hijos, no significa que la familia patriarcal halla perdido vigencia, sino que los grupos conservadores se apoyaran en esta para hablar sobre el desastre moral en occidente)
La homosexualidad tiene la capacidad de ser increíblemente revolucionaria en todo sentido, de ser despreciada y odiada por lo tanto su expresión nos posibilita la opción transformadora del patriarcado; pero como hemos visto hasta ahora, la comunidad homosexual concentra sus esfuerzos en la “aceptación” (inalcanzable en el siglo pasado, menos en este) y no en la emancipación y mientras eso continúe no hay mucho que podamos hacer.