Gol!

Bajamos las escaleras y esperábamos el metro en dirección Bellas Artes, hasta que llegaron. Eran millones así como si la penitenciaria estuviese saturada y les concediera la libertad por 3 horas mientras se ordenaban. Eran hinchas/vándalos/delincuentes en cubiertos de la U, el miedo nos hizo despertar hasta la célula más entumecida por el frió. A la divinidad gracias que los tipos estaban en el anden contrario y que no quedamos a su asesina merced. Junto a ellos estaban los señores carabineros a los cuales todavía no entiendo, si los tenían todos juntos en el mismo tren ¿por que no lo hicieron explotar? O no lo lanzaron contra un túnel? Total después se re construye y todos hubiésemos asumido que era un ataque de al Qaeda. Así le hacemos un bien a la sociedad y el país entero sale ganando.

Es que no soporto el fútbol, ni el pitazo inicial, ni el grito de gol que destartala las gargantas de los hinchas aficionados. No soporto que en horario prime noticioso los canales de televisión den 30 minutos a cubrir sus lesiones, sus romances, sus conteos y sus anécdotas.

El fútbol es el arma moderna para embelezarnos la memoria y las ideas. Que mejor que tener a la gallada a grito pelado dentro de un estadio en vez de tenerla en plena alameda gritando por sus amordazados derechos?

Ya no hay gente en las calles hablando de justicia social, ahora hay papeluchos inertes escupiendo garabatos futboleros.

En la cancha el amor homo erótico se dispara. Cientos de abrazos, caricias, roces orgásmicos en traseros esculpidos, caídas sin intención que terminaron en un enclave de caderas en medio del pasto verde, celebraciones humedecidas por un beso divino entre dos semi dioses, y todo esto gastado en otro que lejos del campo se aborrece.

La homosexualidad dentro del gran espacio de batalla masculina, que es el campo de juego, se ve como una enfermedad que hay que exterminar. Mal se vería un maricón dentro de ese team de hombres regios orgullo para esta nación. Entonces nos vemos en una disyuntiva. Las caricias pueden ser caricias siempre y cuando no lleven un nombre establecido.

En un capitulo de Queer as Folk, un jugador de rugby dice que es gay frente a las cámaras del canal de televisión local, al instante un entrenador arrebatado con la noticia lo baja del equipo aduciendo que distraería a los otros ídolos - jugadores. En chile nada semejante ha salido en las últimas noticias, por lo tanto, no existe. Nuestros ídolos seguirán siendo ídolos hasta que se descubra que son gay y que no salen de parranda hasta las 4 de la madrugada siendo que al día siguiente tiene partido y seguirán siendo nuestros ídolos mientras se tiren a toda rubia de la farándula B chilensis (vease Mekano y Rojo)

Pinilla y todos ellos son nuestros ídolos por que se tiraron a la mina más rica y nos llena de frustración – orgullo no poder tirar con ella también. El futbolista popular es la fantasía neoliberal de la plebe nacional con esos visos rubios sobre ese casco oscuro del cual reniega, esas marcas anglo parlante que se dibujan en cada pantalón estrellado sobre su musculado cuerpo y con esas victorias sexuales que tanto se alaban mutuamente. Por que son la prueba viviente de que siendo semi – analfabeto se puede llegar muy lejos, tanto como para ser un signo peso andante. Los futbolistas valen más que una persona real. Son literales monedas de cambio que validan la idea de que los seres humanos somos productos transables en la bolsa.

Lo más cómico de esto es que se levantan banderas a nombre de un particular equipo de fútbol. “Colo – Colo” y se sale a la calle y se grita por su quiebra y se levanta en arbolecida la cara de este indio aborigen nacido en tierras precolombinas y que fue uno de los pocos que resistió el yugo imperialista español. Todavía en el 2006 las etnias nativas chilenas no son reconocidas por la constitución nacional. No se estará gastando la energía en las problemáticas equivocadas?

Durante las semanas, días y horas que dura el mundial. El planeta se detiene. Los niños en África dejan de morir, el muro que separa Israel de Palestina se hace transparente, las manifestaciones estudiantiles desaparecen, las muertes producidas por el nacionalismo se acallan, el calentamiento global se esfuma y Bachellet parece tener unas dulces vacaciones por que sus propuestas aun no se ven en la palestra.