domingo, mayo 11, 2008

Virgin Queen

En realidad durante estos meses no ha pasado nada. Entré a la U, empecé a trabajar en una revista, donde hago la practica, y trabajo en la página de un bar, donde Luís Ignacio, es rey absoluto.

No mucho, para no haber escrito nada antes.

Vino Noamí Klein, fui a sus dos charlas, una en la Universidad de Chile y otra en la casa La Morada. Notable. No hay mucho que decir de ella. Más que un gurú es un modelo a seguir. Por que, que le importa a una periodista blanca del primer mundo los embates de las economías a medio desarrollar? por qué esta mujer se da el tiempo de imponer sus teorías antes editoriales tan poco democráticas como “the economists”?. Nada, al final es tremenda por que su malestar ha producido el despertar del malestar de los otros.


Y así, poco a poco, nos hemos contagiado todos.


“hay que apoyar el proceso boliviano” dijo Klein, para finalizar explicando: “Evo está atrapado en un palacio de leyes neoliberales”


De repente estamos demasiado encandilados con el fulgor capitalista europeo y no hemos caído en que nuestros vecinos están en pleno campo de batalla.

La otra “cosa” que pasó fue el cáncer de mi hermano.


Si, todo empezó en febrero. Después de visitar varios médicos por una supuesta “amigdalitis”, mandan a mi hermano hacerse una radiografía a los pulmones. Sorpresa para los médicos. Manchas oscuras, casi impenetrables, devoraban uno de sus pulmones y la carrera contra el tiempo ya había empezado. Todo esto fue un 2 de febrero. Nunca me voy a olvidar.


Al día siguiente, ya en un hospital. Comienzan hacer una serie de exámenes, no es llegar y diagnosticar cáncer. Sangre, huesos, músculos, peso, bronquios y pulmones fueron testeados.


Todos normales. Hasta que llegamos a los testículos. No es una contradicción que los testículos, orminiculos de donde se produce la vida, sean el mismo lugar por donde entra la muerte?


Una gónada más grande que la otra, deforme y atrofiada estaba envenenando su cuerpo. Con el tiempo, encontraríamos restos de la raíz del cáncer esparcidas por todo el sistema. Lo que fue una amigdalitis, pronto se transformó en un pulmón colapsado, un hígado distrófico y un testículo exiliado.

Nunca antes había pensado en la posibilidad de volver a ser hijo único. Pasaron horas desde el primer examen. Hasta que mi hermano quedó atado a una cama de hospital. Mientras yo estaba con él, podía escuchar el llanto de mi madre en la habitación contigua. Es que no es natural entregar a tu hijo a la muerte, se supone que uno entrega a los padres, a los abuelos, a los tíos.


Mi hermano tenía miedo. Se notaba. No sabía lo que tenía, nadie tenia el valor de contarle. Como el dices a alguien que tiene una enfermedad suicida?


Los exámenes llegaron con horas de diferencia. Todos apuntaban a lo mismo. Cáncer ramificado o como dicen los entendidos “metástasis”. La metástasis es el término científico para decir que el cáncer explotó en ti. Que tienes que prepararte por que lo que se viene es doloroso.


Nunca había estado tanto tiempo en un hospital. Son como pequeñas ciudades, con iglesias y Ángeles barrocos esparcidos por todos lados. Los hospitales huelen a dolor, es imposible encender la esperanza. Están repletos de gemidos, gritos y de manguerillas plásticas como de videos de música industrial.

Las horas que pase dentro. Esperaba en los pasillos con vista al patio. En medio de recinto hay una monumental virgen blanca, descascarada por la lluvia y el paso de los años, como si estuviera olvidada y nadie pasara a verla. En el pedestal tiene unas pequeñas inscripciones. “gracias madre de dios por el favor concebido”. Entonces me quedo ahí. Madre de Dios, pienso. Que heavy. Que heavy es ser la mamá, del que se supone creo todo.

En realidad yo no creo en Dios. Sólo se que en mi pieza hay cuatro estatuas, las cuales miro con admiración.


Kwan Yin, Iemanjá, Virgen de Guadalupe y Santa Muerte. No pregunten quien es quien. Por que me da lata. Aplique google, que es más fácil.


Mi hermano chico, de 15 años, entrando en su segundo año de educación media, estuvo un mes hospitalizado. Un mes conectado a un respirador artificial. Un mes conectado a un millón de cables, mangueras y sistemas que lo mantenían vivo. Un mes inagotable de sábanas blancas y visitas pauteadas. Un mes donde mi mamá se volvió más católica que nunca y la vi llorar como nunca la había visto.


Ahora mi hermano chico, de 15 años, está en la pieza del lado. Viendo un partido de fútbol en su tele.

No sé si fue la Virgen María, la medicina moderna, la fe, su adolescente edad o lo mucho que lo queremos y que nunca nos podríamos desprender de él. Pero que mi hermano está vivo y sano, lo está.

2 comentarios:

Fran

me encanta como escribes, sigue haciendolo... porfa...saludos.

Leonardo

ah la onda "por favor escribe" ya bueno dejare de burlarme de los demás.
weon no sé que onda, algo te iba a decir sobre esta entrada en particular pero abri tu blog como a laas 3 de la tarde y volvi a escribir ahora, tipo 2 de la mañana, asi que entenderás que lo olvide.
solo que comparto tu opinion sobre la muerte y los hospitales y los hermanos, supongo que los mios pensaron algo parecido cuando me tiré a las calles como cual final de teleserie.

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