chiquitubumbeando!

Ni idea de donde sacaron el nombre, pero si habría que definir “chiquitibum”, sería algo así como una potente juguera donde van trozados Almodóvar, la Prohibida, enormes consoladores, lubricante, algo de marginalidad, música electro-punk-cumbianchera y uno que otro condón pegoteado.

Llegamos temprano, como nunca había ido alguna otra fiesta, no quería perderme de nada. En la puerta y desparramados por la plaza anterior, un grupo de post pokemones tomaban en la clandestinidad de no ser vistos por algún carabinero encubierto, no digamos que pasaban desapercibidos. Pero sí, más que un montón de peruanos peleadores que se daba con botellas una calle más arriba. Justo al frente de esa iglesia tan bonita y gótica que queda cerca de mi U.

La entrada costaba sólo dos mil pesos, y desde la puerta pudimos como en una oficina contigua, el directo del establecimiento-galpón donde íbamos, se tomaba la cabeza con ambas manos. Algo cercano a un estado desesperanza al ver tanto adolescente con mechas multicolores.

Antes de la pista, una especie de bar improvisado vendía cervezas a luca, combinados a luca y media y pare de contar. La variedad no era el fuerte.

La sala estaba llena a la mitad con sillas, gente sentada, poca, la mayoría aun, entraba y salía buscando uno que otro conocido. En el show, una banda de hombres, medios anoréxicos, cantaba a grito pelado algo que nunca terminé de entender, pero al rato fueron interrumpidos por los chicos de la revista “Disidencia Sexual” y su performance satírica de “Zalaqueer”.

Con el slogan “Ganas por el ano”, la agrupación ha logrado hacerse un espacio dentro de la escena medio under de las universidades, hasta les hicieron una nota en LUN (no es que signifique mucho, hasta Luly saca varias a la semana) sobre los baños desgenerados en la facultad de comunicación de la U de Chile y la “heteronormatividad” algo absolutamente fuera de este mundo, para el universo de cuatro paredes de emol.com.

Luego de eso, y mientras aun mostraban fotos de Jaime Guzmán como él primer miembro gay de la UDI, rumor incansable, pero que aun nadie confirma, se dio paso a la segunda parte del show y que era, finalmente, el fuerte teatral.

Hija de Perra y Pérdida, dieron el punta pie inicial, un baile estrambótico con unos vestidos hechos de basura que terminó por abrir unas bolsas con papeles sucios al público, la historia fue lineal. Tango queer, empezado con un tipo y una chica, para terminar con dos chicas, performances de geishas que bailaban al ritmo de unos de los éxitos de Yingo, sátiras a espacios televisivos, recargados de sexismo como la parrilla de Mega y una oda a la masturbación actuada bajo la canción “Quizás, Quizás, Quizás”.

Pero el plato principal, fue la una cena colonial, protagonizada por Hija de Perra, junto a varios sirvientes, los cuales orinaban sobre tazas de las cuales Hija y Perdida, bebían con placidez. Luego, un robusto sirviente, se puso delante de la mesa, donde unas transformadas protagonistas y consoladores mediante, trataban de penetrarlo. Ahí mismo. Sexo artificial en vivo. El público estalló. Aunque la acción no se dio por terminada hasta que el oso sirviente diera un doble sexo oral a las dos damas travestis que lo maltrataban.

Para finalizar la noche, una performance sobre la invasión europea a America Latina, donde una virgen negra, juega en un baile con un aborigen, al cual termina por amansar y adoptarlo como su mascota.

Hace mucho que no veía algo tan, básicamente, entretenido, lejos de los viejos show’s de discoteca gay, que bailan las mismas canciones de Madonna, las mismas coreografías copiadas de Mekano y el mismo olor a diva de cementerio, tan de Lemebel.

pero esto tiene otro olor, algo más putrefacto, más de calle, más de tribu urbana enloquecida. más juvenil.