Luto argentino.

El pasado 31 de marzo, se transformó para los argentinos, en un día de triste recuerdo. En las horas de la tarde y en su departamento de avenida Santa Fe, el mismo de siempre, el mismo que ocupó en sus años en la Casa Rosada, fallecía el ex presidente Raúl Alfonsín, prócer de la patria y primer presidente luego de los inclementes años de dictadura militar.

El cáncer lo había atacado hace un año y no le daba tregua, la enfermedad se caló en sus pulmones y ni siquiera una publicitada operación en EEUU, en 2008, logró mermarla.

La gravidez de su padecimiento y la suma de una neumonía bronco aspirativa esparcieron el rumor en la prensa, que estuvo todo el día 31 apostada en las afueras del edificio, esperando alguna mejoría, o las palabras de algún cercano. Pero nada de eso ocurrió.

El pueblo estaba impaciente. En la acera del frente, un grupo de mujeres mayores hacía guardia, banderas albicelestes y flores, contrastadas con la calle típica de las compras de la burguesía bonaerense. Avenida principal, repleta de multi tiendas y restaurantes de moda dispuestos a satisfacer la demanda impuesta por el millar de turistas que llegan cada año.

Pasadas las 20:30 horas, el medico de cabecera del ex presidente, se dirige a la prensa. El político ha muerto. Casi al mismo tiempo, Cristina Fernández de Kirchner, Presidenta de la nación que estaba en Londres, en la reunión del G-20, comunica que sus funerales serán idénticos a los de un Presidente en cargo. Tres días de luto y un congreso abierto a la ciudadanía lo esperaban.

Es que Raúl Alfonsín no fue un político cualquiera, nacido en el seno de una familia de clase media de inmigrantes europeos, estudió leyes en la Universidad de Buenos Aires, para luego militar, desde muy joven, en el “Movimiento de Intransigencia y Renovación” falange juvenil del partido “Unión Cívica Radical” organización cercana a la izquierda, que tenía como máxima consigna, conseguir un Estado laico, pluralista e igualitario, transformándose, en un importante núcleo de apoyo a las familias de clase media de la Argentina.

Durante los años de dictadura militar, Raúl, ya una personalidad dentro del mundo político, funda, junto a otros activistas, la Asamblea Permanente para los Derechos Humanos, organización que dio apoyo político, monetario y legal a los opositores del regimen y principales víctimas de este.

En esos años, Alfonsín, también defendió sin cobrar honorarios a esposas de detenidos imponiendo recursos de protección y “hábeas corpus” en el caso de los desaparecidos. Para 1982, Argentina e Inglaterra entran en guerra por las Islas Malvinas y este conforma un fuerte civil con la idea de buscar un gobierno democrático, situación que se logra para 1982, cuando se dan elecciones. Ganando Alfonsín con el 51.7% de los votos.

Luego, durante su gestión, inició los primeros juicios contra los dirigentes de las distintas juntas militares, que estuvieron en el poder. Su gobierno fue complejo, tuvo alrededor de 4 alzamientos militares, por lo que tuvo que descabezar los ejércitos, cambiando completamente el mando.

Articular leyes de punto final, enmiendas que no tuvieron buena acogida en el mundo progresista, pero que se veían como única salida ante un ejército insurrecto. Estás leyes serían derogadas finalmente en 2003.

Al terminar su gobierno, la híper inflación produjo un sonado descontento, por lo que adelantó en 7 meses los nuevos comicios, entregando el mando en 1989 a Carlos Menem, candidato del partido Justicialista.

El electorado no se volcó a la propuesta del radicalismo por sus promesas de progreso, sino porque Alfonsín era el único candidato que irrumpía con una garantía de normalizar al país, dándole a la Argentina valores perdidos como la Libertad, la paz, la democracia, respeto por la individualidad y los derechos humanos, en definitiva, el expresaba justicia y modernidad.